Sombrero 106
Octubre 2014
Caer y volverse a levantar, aprender qué no debemos hacer y empezar de nuevo.
En su día, ya publiqué un acertado post de Ricardo Nanjari sobre la resiliencia.
De todos modos permítanme insistir.
La resiliencia es la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones que permiten avanzar en contra de la corriente y superarse. (E. Chavez y E. Yturralde).
Pues en eso estamos. Mantenerse firme en las convicciones pero flexible y ágil en la autocrítica y la capacidad de análisis, es fundamental para seguir adelante con cualquier proyecto.
Lo que resulta perverso, es que un emprendedor con una gran idea, una vez la ha desarrollado y la quiere implementar, le toca realizar una licenciatura entera en gestión de empresa, un doctorado en gestión financiera y una preparación experta en comunicación.
Cuando ya ha aprendido todo esto, se da cuenta que han transcurrido meses y a su idea, la razón de ser de su emprendeduría, tan solo le dedica el 20% de su tiempo real.
Yo siempre aconsejo buscarse aliados, cómplices que le echen una mano. Después de un largo camino como emprendedor, hago buena la frase de que es mejor tener un pequeño porcentaje de algo que un 100% de nada.
Pero la resiliencia no es algo con lo que se nace. Es la suma de un conjunto de actitudes que permiten ser tenaz y aprender de todo. No darse por vencido aunque modificando aquello que no le ha permitido alcanzar el éxito.
Y el aprendizaje no tan solo se trata de cometer de nuevo un error, sino el encontrar nuevas formas de hacerlo.
Y sobre todo, se trata de no caer el la "teoría de la pistola", aquella que apuntas con un dedo a quien haces culpable de tus problemas, y no te das cuenta que hay tres dedos que te apuntan a tí.
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