Diciembre 2013
Definamos "sabio" como si este concepto se pudiera definir.
Platón nos dijo que "un sabio es aquel que sabe que no sabe nada y que cuanto mas sabe más cree que le falta por saber".
La sabiduría es lo que tienen los sabios y según Salomón nos sentenció: "es un don de Dios, ya que es accesible a todos, al nacer aspiró el aire que todos respiramos y le acogió la tierra que acoge a todo el mundo. Por lo tanto todo el mundo puede ser sabio, pero no nos engañemos solo unos pocos conseguirán serlo".
Podemos aventurar algunas observaciones: Un sabio es el hombre que por su experiencia, camina por la vida tranquilo, procurando conocerse a si mismo y siendo coherente con su entorno.
Los sabios transcienden en el tiempo y en el espacio, son referentes, y se convierten en grandes educadores de la humanidad. Podemos citar algunos ejemplos incuestionables: Sócrates , Confucio, Jesús, Buda,... y posiblemente el pastor de mi pueblo.
Pongamos de manifiesto que lo que les convirtió en sabios no fue lo que dijeron en su vida, sino su manera de vivirla.
El sabio es aquel que conoce sus limites y procura mantener la frágil armonía entre el cuerpo y el alma. El sabio se cuida, sabe comer y bebe adecuadamente, viste de forma cómoda,trabaja equilibradamente y sabe disfrutar del ocio.
El sabio vive y deja vivir. ayuda a los demás a vivir mas felices. También es consciente de que no se puede ser sabio a todas horas ni ser poseedor único de la verdad completa.
Si queremos llegar a sabios, tenemos que aprender a escuchar con atención, a preguntar razonadamente, a responder serenamente y a callar cuando no hay nada que decir. El sabio es un ser humilde dispuesto a aprender cada día.
La raíz de la sabiduría (que se entiende como práctica) es la experiencia por tanto apunta en la madurez pero se adquiere especialmente durante la vejez, lo que no quiere decir, que todos los viejos sean sabios, pero si que es muy improbable que un joven lo sea.
La experiencia se adquiere ensayando, probando y saboreando. Es en las pruebas y la manera de afrontarlas donde se va forjando el sabio. Ya se puede suponer que sin la memoria que es la que nos recuerda como hemos afrontado los problemas o situaciones anteriores no es posible la sabiduría.
No confundamos el sabio con el filósofo. El filósofo es el amigo de la sabiduría con su deseo de poseerla, pero la sabiduría práctica del sabio es la sabiduría de la vida, la que se adquiere, no leyendo ni pensando, sino atravesando dificultades y experiencias.
Tampoco equiparemos los sabios con los sofistas, que tiene la habilidad en el uso de la palabra. Son buenos oradores y retóricos, pero no van en busca de la verdad.
En definitiva no se deben confundir las habilidades profesionales con la sabiduría. Las primeras sirven para ganarse la vida mientras que la sabiduría ayuda a vivirla, como ya hemos dicho.
Añadamos alguna característica más, el sabio sabe donde debe estar y el tiempo en el que ha de estar.
El sabio es sencillo, no necesita aplausos. Sabe adaptarse al entorno y las circunstancias, evita siempre los enfrentamientos que no llevan a nada. Sabe convivir entre personas cultas al mismo tiempo que con las rústicas.
El sabio sabe vivir en el punto intermedio, huye de los extremos. Como diría Séneca “la vía del medio no es el camino de la mediocridad”. Añadía Ovidio: “el camino del medio es siempre el mas seguro”.
El sabio sabe disfrutar del mundo, sabiendo que lo pequeño también puede facilitar grandes momentos de felicidad.
Tienen fama los sabios de ser buenos conversadores, aunque solo hablan cuando es necesario. El sabio nunca dice todo lo que sabe. También ha leído mucho y ha observado mucho, pero no es un esclavo de nada.Vive conforme a la naturaleza pero no es esclavo de la necesidad ni de los instintos.
El sabio es amigo de las profundidades, no tiene interes alguno por lo superficial y banal. La sabiduría occidental y la oriental se vinculan mas al arte de saber amar que al de saber pensar o analizar. Es la sabiduría mas alta, la que une emana del fondo y une a las cosas y a los seres, en una fraternidad por encima de lo humano.
Hablemos un par de líneas de la característica educadora del sabio. El sabio enseña que el camino hacia el aprendizaje es la duda, y su misión es suscitar en el discípulo la búsqueda de su propio camino, acompañándole y queriéndole. El sabio nunca cae en paternalismos, no coacciona y deja que decidas.
¿Cómo se pueden descubrir?
El sabio es un hombre que da lo que sabe y a lo largo de su vida ha aprendido con sencillez, lo comunica con humildad, sin humillar y sin pedantería.
Generalmente no es el que tiene la voz mas fuerte o el que grita mas. Es necesario escuchar bien para oírlo y descubrirlo.
Viven con poca cosa, pero se revela contra cualquier tipo de servilismo y defiende su autonomía con los dientes.
Dice lo que ha de decir sin calcular si gustará a los demás o
no. Le atraen las personas pero no las masas y acostumbra a estar ausente en las grandes aglomeraciones de las autopistas de la información.
Le complace tanto el viento como la calma, sereno, sabiendo desplegar las velas cuando conviene.
Observa sin importarle el tiempo, soportando el silencio interior y tolera las luchas internas consigo mismo.
Son activos pero no llenan su tiempo con cualquier ocupación. Nunca se aburren.
En definitiva un sabio, es como el agua: "no tiene sabor pero complace a todo el mundo, no tiene color pero es bella y cautivadora, no tiene forma pero se adapta con sencillez y orden a las mas variadas figuras".
No es necesario que los sabios tengan nuevas ideas, simplemente deben transmitir los valores de la sabiduría de los que le han precedido.
El sabio es una persona ordenada y en paz, honesta, coherente y con sentido del humor, moderado con los deseos y los placeres, y es prudente en las adversidades.
El sabio es un pequeño centro de vida, en un mundo que busca en la inmensidad del cosmos, pequeños instantes de felicidad, dedicándose con amor a su trabajo, librándose a la comunidad, sin caer en tribalismos ni en una raquítica dimensión de la humanidad.
No os quiero desanimar, pero el camino de la sabiduría, está en la búsqueda de uno mismo y no tiene fin. Nadie puede recorrer este camino por nosotros, y añado: a la mayoría de los sabios no les han entendido y han tenido un final anónimo y a veces nada agradable.
Ah, ¡se me olvidaba!, el sabio es aquel que no le preocupa ni se preocupa de la muerte y es capaz de retirarse cuando llega la hora, como “el perro de la zarza lobera“ del escritor Pemán.
Si sigues este camino no es seguro que llegues a sabio pero seguro que te lo pasarás bien mientras lo intentas. Solo los que no lo intentan no llegan. ¡Seguid probando!
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(Le agradezco sinceramente a mi sabio particular, aquel del que aprendo cada vez que me cruzo con él, a Manel Casals, por haber contribuido con este post en las ganas de El Séptimo Sombrero por aprender cada día "de y con" nuestras actitudes).
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