Noviembre 2013
Cada una de nuestras decisiones, lleva implícita siempre esta connotación (la de ser una decisión efímera o permanente), a pensar de no ser consciente de ello.
Hay decisiones de inmediatez, casi por impulso: encender la luz, abrir la puerta, asearse...
Hay otras para las que tampoco hace falta un esfuerzo intelectual, que no son constantes pero si frecuentes y que no comportan demasiadas dificultades: decidir qué voy a comer, la agenda, que ropa vas a vestir ese día, poner gasolina al coche...
Otras son mas importantes, aunque no sean trascendentales: ir a visitar a alguien, estudiar, escoger un regalo, felicitar a una persona...
También las hay importantes y que tienen trascendencia: ir de compras al supermercado, comprar la ropa para tí, pintar una habitación...
Pero las hay de gran calibre: decidir tu look, escoger pareja, decidir el lugar donde vivir...
Y aquellas decisiones que se convierten en parte de ti, como lo son:tu actitud, tu comportamiento, las prioridades, como organizas por importancia aquello que te importa.
Que estas decisiones sean efímeras o permanentes, depende de ti.
Y sobre todo, y en conciencia, lo que quieras para ti y se convierta en parte de tu ADN, no lo hagas inalterable, a pesar de que hayas decidido que sea permanente. Es necesario tener cintura para hacer constantemente ejercicios de "prueba y error" para poder cambiar lo que creas que debes cambiar, y tener afinado y al día, aquello que te gusta de ti mismo.
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