Las tipologías de liderazgo abarcan un amplio abanico de
formas. Digamos que desde el “laisser
faire” que se permite tomar iniciativas sin la intervención aparente de
quien lidera, hasta la forma más dictatorial,
que consiste en eso, en dictar lo que se debe hacer sin permitir ninguna
opinión contraria, hay una gran y amplia cantidad de posibilidades, que en
cualquier caso cubren un espectro importante de formas de liderar.
Pero lo que realmente determina un líder, es su capacidad
de usar de forma adecuada todo lo que permiten esos tipos de liderazgo. No hay
duda que cuando dicta una carta o se da una instrucción concreta como la de
localizar a alguna persona para una reunión, estará usando la forma de líder
dictador. O que cuando les pregunte cómo resolverían el problema a su equipo,
estará utilizando la forma de liderazgo democrático.
O que cuando autorice a su equipo a resolver un asunto trascendente sin su
intervención, estará usando la forma “laisser faire”.
De lo que no hay duda es de que durante el ejercicio de
su trabajo, un líder ha de conocer todos los aspectos que ayuden a que su
equipo esté motivado y que cada uno de los miembros se sienta parte del mismo.
Un buen clima de equipo ayudará a que éste se convierta en una “máquina” capaz
de cualquier reto.
Por tanto, es necesario dar un paso relevante que
consiste en tener al equipo a pleno rendimiento y entrenado, por lo tanto en
este paso está lo que podríamos llamar la retroalimentación en conocimientos.
Es un ejercicio en positivo, que muchas veces se ha traducido en manuales de
uso dinámicos, que evolucionan y se actualizan nuevas versiones con cada logro…
o con cada fracaso. En el momento en el que todos están orientados en todo
aquello que se debe hacer y que forma parte del ejercicio de los conocimientos
colectivos, querrá decir que estamos en camino de ser una máquina con los
engranajes adecuados, engrasada y puesta a punto para recorrer el camino al
éxito.
Bien, ya estamos motivados y sabemos que lo podemos hacer.
Ahora se trata de hacerlo y hacerlo con la capacidad del equipo individual y
colectivamente. El cómo usemos esos conocimientos y habilidades del equipo y,
desde luego, la labor de coordinación y de alentar la consecución del resultado
que se busca, por parte de quien lidera el equipo, nos conduce a recorrer el
camino que nos permitirá llegar a los objetivos deseados.
Por lo tanto, el camino a la excelencia se afronta teniendo el equipo a punto, la estrategia
pensada y el objetivo localizado, y esto, tan solo se consigue con el uso
adecuado de la capacidad de liderazgo, que a su vez, es la mezcla de cada uno
de los estilos de liderar concentrados en una misma persona.
Publicado en Business in Bajío
Publicado en Business in Bajío
No hay comentarios:
Publicar un comentario