martes, junio 04, 2013

Las dificultades para reaccionar ante la publicidad negativa.

No se ha escrito demasiado sobre esta cuestión, mas aún cuando estamos en un torbellino de cambios constantes en las formas de actuar y de interconectar las personas.

La publicidad negativa sin fundamento o el “calumnia que
algo queda”, ha sido lo mas utilizado desde siempre. Y no ha perdido “fuelle” debido a la interactuación anónima que permiten las redes sociales. Esta especie de impunidad desde el anonimato ha hecho mella siempre en aquellos negocios, personas, o grupos sociales, a los que se les vierte de pronto un baño de rumores que acaban convirtiéndose en una sospecha que afecta a sus ventas, su relación social o su credibilidad.

También están los que son capaces de convertir la “mala prensa” en algo útil y lo ponen a su favor. Casi lo del dicho inglés “all publicity is good publicity” que valora la publicidad venga de donde venga, sea buena o mala.

La reacción en caliente, inmediata, la visceral, la que nos empuja desde el estómago, no es en modo alguno una reacción provechosa. Incluso puede retroalimentar cualquier calumnia.

Es bueno siempre dejar que se enfríe. 

Incluso a veces la mejor respuesta es no responder. Ningunear la calumnia. Confiar en que nuestro trabajo, nuestras acciones o nuestro comportamiento, desmientan de forma rotunda una mala prensa. 

Es bueno que las personas de nuestro alrededor que creen en nosotros y que no dudan, nos echen una mano. Nunca es bueno contestar personalmente una calumnia públicamente, porque parecerá que te defiendes de algo, y entonces puede adquirir notoriedad, puede hacerse visible y puede degenerar en mas juicios de valor y dudas, que no nos ayudarán.

Lo que es bueno y correcto es “ningunearlo públicamente”, o sea, si alguien tiene algo que decir que lo diga, pero haciendo honor a la verdad, a acciones que no sabes qué persiguen no contestas porque es dar “fuelle” a algo que ni es cierto ni sabes qué persigue.  Se ha de buscar la manera o forma de hablar en privado con quien haya generado la calumnia y simplemente le preguntas por qué lo ha hecho y si responde a un error de apreciación, aclararlo. Si es la calumnia por-que-sí, entonces se ha de buscar la mejor estrategia.

Conozco casos flagrantes de intencionalidad perniciosa. Ejemplos hay muchos: el del restaurante que hacía buenos platos guisados de “caza”, donde hicieron correr el rumor de que habían desaparecido los gatos de los alrededores. Le hicieron mucho daño al principio, pero los clientes siguieron apostando por la suculenta e inigualable cocina de ese restaurante. 

El de la calumnia fácil e infundada a un determinado candidato político en unas elecciones, basada en el “coste de oportunidad”, normalmente desgasta al objeto de la calumnia, y para contrarrestarlo, ya es mas complejo. Normalmente la razón y la realidad acaba saliendo a la luz, pero es probable que el daño ya esté hecho, a pesar de que la honorabilidad se resarcirá, si se ha hecho en momento de elecciones, puede que la calumnia acabe siendo un misil directo a la línea de flotación. Lo malo es que seguro que hay alguien con suficiente poder para consentirlo.

 Ejemplos hay muchos. Tantos como experiencias y maquinaciones que acostumbran a ser barriobajeras e inmundas y que muy a nuestro pesar puede que “calen” a quien las oye y acaba escuchándolas.

La mejor forma de respuesta, es el trabajo inalterable, honesto y constante en favor de aquello que defendemos, que vendemos o que somos. Lo demás, acaba cayendo por su propio peso.

También está claro que su toxicidad puede ser notable, y también es evidente que aquél quien tiene razón, siempre acaba ganando la reyerta, por ruidosa o silenciosa que sea.

Doy por entendido que cuando hablamos de calumnia describimos su definición primaria: “La calumnia consiste en la imputación falsa a una persona de la comisión de un hecho”, y que por lo tanto no es cierto en modo alguno aquello de lo que se acusa o rumorea”.

En este caso, plantar cara con la razón y poniendo al descubierto a los calumniadores o bien ningunearlo y buscar las complicidades para contrarrestarlo con aquellos que saben que no es cierto. Nunca (nunca) darle credibilidad saliendo a autodefenderse.

En cualquier caso debemos ser honrados y ser fieles a la verdad.

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