Consejo 33
Septiembre 2008
http://www.tramiteparlamentario.com/content/view/5568/2/
Este problema ha saltado a la actualidad en los últimos años, ya que antes "no existía porque la gente no tenía vacaciones", según señala la psicóloga del gabinete ISEP Clínic, Lídia Julia. La mayoría de los expertos coinciden en que no es una nueva enfermedad, sino una consecuencia normal del proceso de readaptación a la rutina. Este proceso suele durar entre diez y quince días. Si el estrés y la ansiedad se prolongan mucho más, puede ser señal de que había problemas anteriores, que nada tienen que ver con el síndrome postvacacional. En ese caso, Julia opina que "cada uno debe plantearse de dónde vienen" esos problemas.
La doctora Blanca Novella, vocal de Comunicación de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria, tiene una opinión similar: "si el problema se repite año tras año, si después del período de adaptación el trabajo no nos gusta, hay que plantearse cambios en la actividad laboral".
Sin embargo, por precaución, aconseja no tomar decisiones importantes durante el primer mes tras la vuelta de las vacaciones, y que si los síntomas del síndrome persisten durante más de quince días, lo mejor es acudir al médico. En cualquier caso, Novella, de acuerdo con el criterio de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), rechaza de plano la automedicación.
Septiembre 2008
http://www.tramiteparlamentario.com/content/view/5568/2/
¿Qué le pasa alguien que cambia el rumor de las olas de la playa por el ruido de los teclados de la oficina o de las máquinas el taller? Taquicardia, alteraciones del sueño, ideas de ruina, nerviosismo... son sólo algunos de los síntomas a los que puede tener que enfrentarse quien vuelve al trabajo. El síndrome postvacacional consiste en un estado de malestar genérico que afecta sobre todo a personas de menos de 40 años que deben retomar un trabajo que conlleva responsabilidades y en el que empiezan con intensidad desde el primer día.
Este problema ha saltado a la actualidad en los últimos años, ya que antes "no existía porque la gente no tenía vacaciones", según señala la psicóloga del gabinete ISEP Clínic, Lídia Julia. La mayoría de los expertos coinciden en que no es una nueva enfermedad, sino una consecuencia normal del proceso de readaptación a la rutina. Este proceso suele durar entre diez y quince días. Si el estrés y la ansiedad se prolongan mucho más, puede ser señal de que había problemas anteriores, que nada tienen que ver con el síndrome postvacacional. En ese caso, Julia opina que "cada uno debe plantearse de dónde vienen" esos problemas.
La doctora Blanca Novella, vocal de Comunicación de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria, tiene una opinión similar: "si el problema se repite año tras año, si después del período de adaptación el trabajo no nos gusta, hay que plantearse cambios en la actividad laboral".
Sin embargo, por precaución, aconseja no tomar decisiones importantes durante el primer mes tras la vuelta de las vacaciones, y que si los síntomas del síndrome persisten durante más de quince días, lo mejor es acudir al médico. En cualquier caso, Novella, de acuerdo con el criterio de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), rechaza de plano la automedicación.
DOSIFICAR LOS DESCANSOS
Para evitar este tipo de trastornos hay soluciones mucho más sabias. Lo primero que hay que tener en cuenta es que los síntomas serán más agudos si se cambia bruscamente de un período largo de vacaciones a una rutina laboral intensa. Por eso, Novella opina que "no es bueno esperar todo el año al verano como único momento de disfrute" y concentrar en él todo el tiempo de descanso del que se dispone. Es mejor intercarlar, en la medida de lo posible, los momentos de ocio a lo largo del año, no cogerse todas las vacaciones de una vez en agosto. "No hacen falta cuatro semanas para desconectar del trabajo", apostilla Julia.
Además, resulta muy recomendable planear actividades variadas que resulten interesantes durante el período de trabajo. Eso incluye los típicos 'propósitos postvacacionales', como practicar algún deporte, aprender inglés o comenzar una colección. Para Julia, estos compromisos "son fáciles de hacer y difíciles de aplicar y mantener", pero aun así "está bien tener expectativas" que planteen un reto. No obstante, "cuando esa expectativa es desmesurada y no encuentra respuesta, existe frustración".
Por eso deben ser proyectos realistas, que partan de una reflexión acerca de las cosas que han ido mal el año anterior para poder cambiarlas. En cualquier caso, para Julia "es buena señal estar motivados", algo en lo que coincide con Novella, quien cree que estos 'propósitos postvacacionales' pueden ser beneficiosos porque integran más ratos de ocio en la rutina. "Es bueno ilusionarse con los proyectos", concluye, "siempre que se sea moderado en la ilusión, que se sea realista".
Para evitar este tipo de trastornos hay soluciones mucho más sabias. Lo primero que hay que tener en cuenta es que los síntomas serán más agudos si se cambia bruscamente de un período largo de vacaciones a una rutina laboral intensa. Por eso, Novella opina que "no es bueno esperar todo el año al verano como único momento de disfrute" y concentrar en él todo el tiempo de descanso del que se dispone. Es mejor intercarlar, en la medida de lo posible, los momentos de ocio a lo largo del año, no cogerse todas las vacaciones de una vez en agosto. "No hacen falta cuatro semanas para desconectar del trabajo", apostilla Julia.
Además, resulta muy recomendable planear actividades variadas que resulten interesantes durante el período de trabajo. Eso incluye los típicos 'propósitos postvacacionales', como practicar algún deporte, aprender inglés o comenzar una colección. Para Julia, estos compromisos "son fáciles de hacer y difíciles de aplicar y mantener", pero aun así "está bien tener expectativas" que planteen un reto. No obstante, "cuando esa expectativa es desmesurada y no encuentra respuesta, existe frustración".
Por eso deben ser proyectos realistas, que partan de una reflexión acerca de las cosas que han ido mal el año anterior para poder cambiarlas. En cualquier caso, para Julia "es buena señal estar motivados", algo en lo que coincide con Novella, quien cree que estos 'propósitos postvacacionales' pueden ser beneficiosos porque integran más ratos de ocio en la rutina. "Es bueno ilusionarse con los proyectos", concluye, "siempre que se sea moderado en la ilusión, que se sea realista".
"LAS VACACIONES NO SON LA PANACEA"
Otra recomendación de la semFYC apunta que es necesario "evitar tener la sensación de que las vacaciones son un estado absolutamente opuesto al período de trabajo, y por tanto uno de placer y el otro de malestar y sufrimiento". En ese sentido, Julia reconoce que las vacaciones pueden estar idealizadas "cuando no son la panacea", ya que hay gente que se estresa más en su supuesto período de descanso por un exceso de planificación de actividades, por las colas en aeropuertos y estaciones, etc.
Por tanto, hay que desmitificar y dosificar las vacaciones, al mismo tiempo que se vive el trabajo como algo positivo. "Las rutinas son beneficiosas para el cuerpo", asegura Novella, quien además recomienda pensar en las cosas buenas que pueden ocurrir a lo largo del año y en el reencuentro con los compañeros. Pese a lo que pueda parecer, este problema de estrés no es exclusivo de los trabajadores. Según la semFYC, "los niños también pueden experimentar un síndrome postvacacional cuando concluyen las vacaciones y se acerca la vuelta al colegio".
Esta consideración puede extenderse a los estudiantes no tan pequeños y a los universitarios, pero para todos ellos el proceso de adaptación suele ser más progresivo, ya que el esfuerzo a lo largo del curso va de menos a más. Lo que recomienda esta sociedad médica para todos los casos, tanto adultos como infantiles, es evitar el cambio brusco. Para ello, conviene volver a casa de cualquier viaje unos días antes de que comiencen el trabajo y las clases para ir recuperando los horarios habituales, especialmente en lo que se refiere al sueño.
También hay que afrontar el cambio con un ánimo positivo y sin conceder demasiada importancia a las molestias del proceso de adaptación, y poner el énfasis en los aspectos más agradables de la vuelta al cole o al trabajo. En definitiva, como a la mayoría no le queda más remedio que seguir escuchando el traqueteo de teclados y máquinas durante once meses más antes de poder volver al tranquilizador océano, seguir los consejos de los expertos podrá hacer más llevadera la resaca de un verano de ocio. (Fax Press - I.H)
¡Póngase el Séptimo Sombrero!
Otra recomendación de la semFYC apunta que es necesario "evitar tener la sensación de que las vacaciones son un estado absolutamente opuesto al período de trabajo, y por tanto uno de placer y el otro de malestar y sufrimiento". En ese sentido, Julia reconoce que las vacaciones pueden estar idealizadas "cuando no son la panacea", ya que hay gente que se estresa más en su supuesto período de descanso por un exceso de planificación de actividades, por las colas en aeropuertos y estaciones, etc.
Por tanto, hay que desmitificar y dosificar las vacaciones, al mismo tiempo que se vive el trabajo como algo positivo. "Las rutinas son beneficiosas para el cuerpo", asegura Novella, quien además recomienda pensar en las cosas buenas que pueden ocurrir a lo largo del año y en el reencuentro con los compañeros. Pese a lo que pueda parecer, este problema de estrés no es exclusivo de los trabajadores. Según la semFYC, "los niños también pueden experimentar un síndrome postvacacional cuando concluyen las vacaciones y se acerca la vuelta al colegio".
Esta consideración puede extenderse a los estudiantes no tan pequeños y a los universitarios, pero para todos ellos el proceso de adaptación suele ser más progresivo, ya que el esfuerzo a lo largo del curso va de menos a más. Lo que recomienda esta sociedad médica para todos los casos, tanto adultos como infantiles, es evitar el cambio brusco. Para ello, conviene volver a casa de cualquier viaje unos días antes de que comiencen el trabajo y las clases para ir recuperando los horarios habituales, especialmente en lo que se refiere al sueño.
También hay que afrontar el cambio con un ánimo positivo y sin conceder demasiada importancia a las molestias del proceso de adaptación, y poner el énfasis en los aspectos más agradables de la vuelta al cole o al trabajo. En definitiva, como a la mayoría no le queda más remedio que seguir escuchando el traqueteo de teclados y máquinas durante once meses más antes de poder volver al tranquilizador océano, seguir los consejos de los expertos podrá hacer más llevadera la resaca de un verano de ocio. (Fax Press - I.H)
¡Póngase el Séptimo Sombrero!
1 comentario:
Pues a mi me pasaba lo contrario, después de diez días sola en la playa con dos cróio de 4 y 2 años, ....lo confieso, estaba deseando volver al trabajo.
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