Hace
un tiempo, escuché la teoría del amaestrador de pulgas. Consistía en dejar una
pulga en el suelo y hacerla saltar. El salto era realmente alto, por encima de
dos metros.
El
siguiente paso era el de buscar la forma de que la pulga saltara hasta cierta
altura. Así que ordenó a la pulga saltar de nuevo, pero puso la mano para que
no saltara tan alto. Efectivamente se dio un golpe contra ella (la mano), y el
siguiente salto tan solo lo dio hasta esa altura.
Así
pues, el amaestrador fue bajando la mano, hasta que consiguió que la pulga
entendiera que su límite era medio metro. Después de varios golpes, el
amaestrador de pulgas retiró la mano y consiguió que la pulga decidiera que su
límite era ese y que saltara tan solo hasta medio metro.
En
realidad, la pulga tenía la posibilidad de saltar por encima de los dos metros,
pero desde ese instante tan solo consiguió
saltar 4 veces menos.
La
moraleja está clara: los límites los decide uno mismo. Debemos ser capaces de
afrontar retos, e imponernos a nuestros propios miedos. Cualquier cosa que
cambiemos ha de ser para mejorar y crecer, y superar nuestras propias expectativas.
Se
trata de entender que los límites de lo que somos capaces de hacer, no van mas allá
de lo que sean nuestras posibilidades reales, pero que buena parte de los
frenos y barreras que imaginamos para alcanzar un objetivo, solo están en
nuestra cabeza, y son obstáculos que a veces no son ciertos.
El
reto esta vez, es creer en uno mismo y ser objetivos con nuestros propios
límites.
2 comentarios:
Estoy completamente de acuerdo contigo Francesc, los límites los ponemos nosotros mismos, y somos nosotros los que debemos apartar esas creencias limitantes que lo único que consiguen es hacernos vivir a medias.
coachingyconsiguelo.blogspot.com
Gracias Neus.
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