Cuando se tiene la oportunidad de contar con un relato escrito del puño de Ricardo Nanjari que ilustra el trabajo en equipo, es un verdadero privilegio publicarlo en este blog. (Francesc Puertas)
Explosión sinfónica
Uno de los bancos en la mina de Chuquicamata, será el escenario para la última tronadura del día. El director alza la batuta. Los camiones cargados de nitrato de amonio y otros ingredientes, serán los instrumentos que operados por artistas de gran experiencia, depositarán el explosivo en las perforaciones previamente diseñadas y plasmadas en una partitura o plano de amarre. Cada persona sabe lo que debe hacer, sin embargo el director permite que todo fluya en sincronía. Se extienden unos cables, a través de los cuales se propagará el impulso que dará inicio a la explosión. Un detonador cilíndrico que actuará como iniciador, completa la puesta en escena donde el grupo de trabajadores, cual músicos de esta orquesta, realizan una obra de gran belleza artística.
Los inmensos camiones y palas mecánicas junto al personal de la mina, se mantendrán en una respetuosa distancia para no ser alcanzados por los materiales que removerá esta explosión polifónica. Por un momento se suspenderán las faenas de extracción, para realizar el último movimiento de esta especial sinfonía.
El trabajo no sólo tiene una finalidad, sino también un sentido, donde se pueden integrar los aspectos materiales con los espirituales y los aspectos individuales con los colectivos. Cuando en un concierto, los músicos se ponen al servicio de la composición, no solamente están utilizando sus competencias para tocar el instrumento que tienen asignados, sino que están formando parte de la ejecución de una obra mayor, que los lleva a una dimensión trascendente. Los aspectos individuales, como es la calidad de la interpretación, sigue siendo importante, pero la característica principal es la comunicación con los demás músicos y la sincronía que se logre con el público.
La tronadura ha sido exitosa. El silencio del cerro permite entrar en el alma de cada ejecutante y ver la huella que permitirá a otros, generar más valor a partir de esta sinfonía que acaba de finalizar. Al día siguiente, una nueva obra se interpretará en el mismo lugar.
Ricardo Nanjari
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