Sombrero 160
Marzo 2019
Es triste observar que lo que podríamos denominar "evolución", en realidad trata de cambiar hábitos y denominaciones que hasta ahora estaban claras y que en este preciso instante son una especie de "batiburrillo" de definiciones interesadas, que a base de repetirlas hasta la saciedad conllevan un adoctrinamiento tóxico sobre lo que deben ser las conversaciones.
El "...y tu mas", "...y tu qué", "...no te escucho", "...digas lo que digas es malo", nos está convirtiendo en decepcionantes versiones de lo peor de la convivencia.
Es fácil sucumbir ante la gran cantidad de mensajes que moldean de forma reiterativa lo que pensamos, hasta convertirnos en "aceptadores" de realidades, que nunca deberíamos dar por buenas.
Se están perdiendo por el camino la capacidad de debatir, la capacidad de empatizar e intentar comprender: nuestras capacidades de socializar. Parece ser que si no comulgamos en las mismas ideas, nuestra capacidad de conversación se ha acabado.
Es por ello, que sigo defendiendo el esfuerzo de muchos para comprender, analizar, escuchar, empatizar e intentar entender el por qué de cada cosa.
Nuestra actitud, ha de estar al servicio de grandes ideales que forzosamente transitan por los caminos del entendimiento y el buen rollo.
El "solo mirarte me siento agredido" ya forma parte de nuestra mochila de arrogantes adoctrinados.
No proclamo el "buenrollismo", quiero tener mi propia opinión, pero no por ser mía es ni mejor ni peor que la tuya.
Aunque yo, sigo teniendo fe en el ser humano.
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