Vamos con un clásico de cada final de año: la lista de propósitos. Al que más o al que menos, aunque sólo sea en el momento de tomar las uvas o realizar el brindis, le pasa por la cabeza, algún propósito u objetivo que le gustaría conseguir en el Nuevo Año. Nuestro cerebro funciona muy bien con tareas que empiezan y acaban pues le permiten cerrar el círculo y el cambio de año lo vivimos en cierta manera como un cierre de una etapa y un inicio de otra. Y no tiene nada de malo que lo hagamos así, es de gran utilidad que aprovechemos los conocimientos que tenemos del funcionamiento de nuestro cerebro para ir a favor nuestro y no en contra nuestra.
Y como no todas las personas son iguales, os voy a presentar varios abordajes para que cada cuál coja aquél que mejor va con su manera de ser. Unos son más racionales (hemisferio izquierdo) y otros más intuitivos (hemisferio derecho). Vamos a por ellos:
Primera estrategia
Formular objetivos correctamente. De esto ya hablé en el post linkado, pero básicamente se trata de formular los objetivos de manera pautada y lineal, muy de hemisferio izquierdo. Si consigues conectarlaos con lo que de verdad quieres tendrás más posibildades de éxito y si no, por lo menos es una guía a seguir. Los principales puntos son:
- Formulado en positivo: plantéate y escribe lo que realmente quieres conseguir, no aquello que tratas de evitar.
- Concreto: cuanto más puedas concretarlo, más fácil será el chequeo posterior.
- Que lo puedas controlar: el objetivo tiene que depender de ti.
- Contextualizado y temporalizado: debes poner una fecha de inicio y un cierto plan de desarrollo.
- Ecológico (mirar bien cuáles son las consecuencias): no sólo se trata de ver en qué te favorece sino también que renuncias supone.
- Que responda a la pregunta: ¿qué gano y que podría perder haciendo esto?.
Segunda estrategia
Otro modo de cumplir los propósitos es el que propone Leo Babauta en su Blog Zen Habits para el cambio de hábitos. Babauta propone una serie de pasos para cualquier cambio de hábitos que queramos realizar:
- Haz un plan detallado de cuál es el hábito a cambiar. Examina cuál es el estado actual y dónde quieres llegar. Decide en qué momento del día y durante cuánto tiempo lo realizarás.
- Escoge sólo un hábito para cambiar por vez. Más de uno satura y luego suelen no cumplirse. Empieza por poco, tal vez 5 minutos al día y luego ve incrementándolo.
- Cuando lo hayas conseguido, sigue haciéndolo durante un período de cuatro a seis semanas. Hay que darle tiempo al hábito para que se consolide y sea de verdad un hábito.
- Busca feedback positivo. Si puede ser, inicia el cambio con alguien más. Os podéis reforzar mutuamente.
- Reporta tus avances diariamente. Puedes hacerlo en twitter, Facebook, etc… Compartirlo con otros fortalece tu compromiso.
- Haz los ajustes que sean necesarios para conseguirlo. Tal vez tu planificación inicial no fue realista. Ajústala sin abandonar por ello el objetivo de cambio.
Tercera estrategia
Otro abordaje algo menos racional que los anteriores es el que planteé el pasado año en cuatro pasos para el éxito. Si quieres puedes leerlo pero te hago no obstante un extracto de los pasos esenciales:
- Saber lo que quieres.
- Pasar a la acción.
- Aprender a reconocer los resultados de lo que haces.
- Estar preparado para hacer cambios.
Cuarta estrategia
He dejado esta para el final porque sé positivamente que va a levantar ampollas y que muchos pensaréis que me estoy contradiciendo o incluso que me falta un hervor. Porque la cuarta estrategia es no tener objetivos ni metas. Está inspirada de nuevo en Leo Babauta y sé que es absolutamente provocadora. Es lameta de no tener metas. Es seguir los preceptos Zen y como decía Lao Tzu: un buen viajero no tiene planes fijos, ni está intentando llegar. Es entender que la meta es el camino como ya expliqué en un post.No se trata de no hacer nada sino de hacer aquello que te apetece hacer, por lo que te sientes apasionado. Eso obviamente marcará por si mismo unas metas, pero habrán salido de otro lugar, no de tu “cerebro racional” que te dice qué debes de hacer. Será algo orgánico que crece contigo. Acabarás haciendo cosas, seguramente un montón de ellas, pero no por obligación. No porque lo escribiste en una lista sino simplemente porque de verdad te apetecía hacerlo. Se terminará la procrastinación porque no hay tareas que tengas que cumplir aunque no te apetezca hacerlas (qué es procrastinar sino posponer cosas que no sentimos deseos de hacer). Pero entiendo que es un cambio muy radical y que tal vez, sólo plantearlo sea ya una gran liberación. No hace falta tenerlo como única pauta de vida, pero tomarlo en determinados momentos puede ser muy liberador. Simplemente hacer y disfrutar en cada momento del modo que deseas hacerlo. Aunque sólo sea diez minutos al día. Aunque lo hagas un día al mes. O una semana al año. Darte la oportunidad de experimentar un sorbo de libertad para variar un poco y salirte de tus propias imposiciones.
Espero que con este abanico de opciones encuentres la que mejor encaja en tu manera de hacer. O tal vez que descubras que la que mejor te va no era la que tú te pensabas y te plantees hacer las cosas de otra manera. En cualquier caso, te deseo un año lleno de experiencias y aprendizajes y de muchos momentos vividos en el aquí y ahora. Recuerda lo que dijo el sabio: si no es aquí, ¿dónde?; si no es ahora, ¿cuándo?, si no eres tú, ¿ quién?
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