Sombrero 170
Noviembre 2019
Este post, mas que un post debería ser de extensión suficiente para que no nos dejáramos nada en el tintero y tuviéramos la certeza de que todo aquello que deberíamos analizar quedara reflejado en este "sombrero".
Pero con ese riesgo latente, vamos allá.
En cada momento de la vida y siempre teniendo en cuenta que cada día lleno de aprendizajes y experiencias, evoluciona nuestro know how hasta dotar nuestras opiniones de nuevas percepciones y calidades, nuestras apreciaciones mejoran.
No son las mismas nuestras reacciones en la niñez, en la adolescencia, nuestra edad de adultos, nuestra madurez o nuestra vejez.
Cualquier persona que nos da un consejo en cada una de nuestras etapas de la vida, nos hace reaccionar desde la sorpresa, nuestra credulidad o incredulidad, nuestras ganas de comprobar si es cierto y la aceptación o rechazo.
En cada momento de nuestra vida, también interviene el grado de credibilidad que le damos a quien emite la opinión.
Les expongo las que entiendo yo como cinco etapas:
1. Los niños, la certeza de la realidad de los personajes navideños, les emociona e ilusiona hasta desbordarles... los regalos, las tradiciones, las fiestas, la música...
2. Los adolescentes, poniendo en duda todo aquello que les explican, no quieren caer en la posibilidad de que les crean influenciables y quieren acercarse cuanto antes a que les perciban como adultos y son las consecuencias directas de su momento vital.
3. Los jóvenes, ya con influencias de su entorno, que ya han tomado decisiones sobre qué equipo les gusta, qué se creen y qué no, como ocupar su ocio o que han reflexionado sobre cuáles son sus posibilidades como individuos, analizan y ejercen el "prueba-y-error" para acertar al máximo.
4. Los adultos, integrados en su entorno social, que entienden que han llegado donde querían, o que buscan mejoras desde aquello que ya tienen, o que piensan en como usar su tiempo del futuro.
5. Las personas ya mayores, que empiezan a ser dependientes de los demás, que combaten la sensación de sentirse solos, que les preocupa que de pronto no puedan socializar y relacionarse.
En las cinco etapas, la capacidad de influencia es distinta.
Importante pensar por ejemplo en las personas de edad avanzada. Sus imputs son especialmente duros: pierden amigos y les invade la mas absoluta sensacion de soledad. Se imaginan qué ocurre cuando una persona de esta edad sale a pasear o a comprar el pan o a la farmacia, y que de pronto en un día de bajón, le cuentan a la dependienta de una herboristería, que ya no tienen la movilidad que tenian y que se sienten mas torpes, o que hay días que no recuerdan algo que saben que debían hacer. Pues imagínense que con buena fe, la dependienta se atreve a aconsejar que no debería salir sola y que familia debería saber que se desorienta fácilmente. Inmediatamente acaba de influenciar negativamente a esta persona. Conozco algun caso que la consecuencia inmediata es que la persona se atemoriza y pierde parte de su vitalidad.
Se ha de administrar correctamente aquello que sabemos que va a tener consecuencias debido a nuestra capacidad de influir en los demás o de que el receptor sea vulnerable a las influencias.
Las actitudes en positivo, influyen en positivo.