lunes, septiembre 09, 2019

Los caracoles. ¡Me quito el Sombrero! (Manel Casals)

Mi amigo y admirado Manel Casals, que ha sido mi coach y mentor en mis andaduras por la JCI, de vez en cuando me sorprende con un artículo muy interesante, como este.
Al final desvela que, leyendo entre lineas, podemos descubrir que habla de resiliencia, procrastinación, mind fulness, inteligencia emocional, sentido común, entre otras.
Por tanto, leedlo con la paciencia de un caracol y disfrutad de este "sombrero".

Sombrero  169                                           
Septiembre 2019

“Los caracoles no son bellos, ni detallistas, ni muy pulidos, u puede parecer que son egocéntricos y egoístas* y presentan una bondad dudosa pero no por eso dejan de ser interesantes y los hace sorprendentes“

Dicen que se ha escrito más de los caracoles que de los elefantes, por lo tanto no hablaré de lo que todo el mundo conoce, su procedencia, sus familiares, su capacidad reproductora, su aportación a la medicina,  de la ambigüedad  de su sexo, ni  por qué  están en todo el mundo, ni de la complexidad que tubo Darwin en clasificarlos, ni el misticismo Y la simbología que darían para varios sombreros más que dicho sea de paso, no descarto en hacerlo más adelante.

Lo que sí parece claro es que el caracol es un “listillo”, porque cumple los cánones básicos:  valora mucho la calma, habla poco, no acostumbra a dar trabajo, es un gran ecologista, observa mucho pero ve poco, se adapta al entorno con facilidad, no realiza esfuerzos innecesarios sino conviene, es un gran equilibrista…   y ha sobrevivido a varios episodios de extinción masiva – recordemos el episodio de la Biblia del Arca de Noé, que esperando a la pareja casi les coge el Diluvio Universal.

Empecemos por el final, parece ser que hace unos 500 millones de años ya corrían y muchos, anteriormente ya nadaban; Esta es la manifestación más clara de su adaptación al medio. Bajo su apariencia frágil, unos escasos centímetros de longitud y unos pocos gramos de peso ha demostrado estar dotado de unas ”armas” de defensa y evasión eficaces. Simplemente las enunciarnos para no fatigar: el caparazón o casa, con diferentes compartimentos que puede ir ocupando en función de la situación adversa, su lengua con infinidad de dientes que es capaz de devorar cualquier cosa, su capacidad de reconstruir su casa, su pie recubierto de baba, que le permite adherirse a cualquier superficie – un cristal inclusive por la hoja de un cuchillo - o caminar de cabeza abajo si se lo propone. He de añadir que su actitud también le ayuda bastante: cuando intuye un problema o peligro, toma su casa y se va. 

Como curiosidad diré que actualmente representan el 80% de la fauna de nuestro planeta - por lo tanto, a las personas que no les gusten los caracoles dentro de poco tendrán un problema, aviso a navegantes -

Los caracoles nos pueden enseñar muchísimas cosas, otra cosa es que nosotros tengamos su paciencia, interés y perseverancia para quererlas aprender.


Se han realizado experimentos que prueban que un caracol puede aguantar 30 veces su peso, pero nunca lo hacen, pueden llegar a correr más de un metro por minuto, pero casi nunca lo hacen y además les gusta ir caracoleando, si se me permite la expresión he de añadir que nunca dejar su empeño y si a veces les vemos parados en una situación difícil -y no retroceden- es porque están esforzándose.

Aunque viven toda su vida -unos años si tienen suerte- en unos 100 metros de perímetro, donde pueden “realizarse” en todos sus aspectos, pueden visitar lugares -voluntariamente- a kilómetros de distancia. Su hábitat nunca les queda pequeño.

La adaptación, quizá sea su mejor virtud –si se le puede decir así, contradiciendo la opinión que tiene de ellos la Biblia– La gran facilidad en llevar la casa encima le da muchas ventajas, cosa que no ocurre con sus primos las babosas. Puede protegerse de depredadores, tapando con baba las puertas de su casa. Puede retener agua i humedad en su interior más que un camello. Delante de situaciones extremas de calor i sequedad o falta de alimento puede estar aletargado durante meses, y puede regular “el deseo” de ser madre (o padre). Resumiendo, que “una retirada a tiempo es una victoria.”

Lo de ecologista le viene de los genes, el caracol es uno de los mejores ecologistas del planeta, y gracias a ellos, los humanos –quizás porque llegamos mucho más tarde- no hemos sido capaces de destruir nuestro mundo. Es un ángel protector por excelencia: come tierra, hojas, detritus, i los devuelve a la naturaleza como materia orgánica. ¿Alguien da más? y a coste de risa. Deberíamos hacer-les más caso.

No ven mucho y hablan poco, su oído es un verdadero desastre, pero los sabios hablan poco y miran y escuchan con los ojos y las orejas cerradas. Seguro que valoran mucho más un abrazo y una buena fragancia.

No acostumbran a dar trabajo, si vamos por el campo, nos tenemos que fijar mucho si queremos notar su presencia, dejan su huella momentánea que desaparece en segundos y solamente los podríamos escuchar si comen en una habitación muy oscura i en perfecto silencio.

Finalmente, no hablare de la filosofía “slow“con el calificativo que queráis detrás, pero sí que un poco de calma, un poco de preocupación por los demás, un poco de recogimiento hacia nuestra ”espiral” y dejar-nos sorprender con lo que ven  nuestros “ tentáculos ” nos vendría bien para “vivir” un poco mejor.

Recomiendo volver a leer este pequeño escrito, al estilo “slow”, para descubrir entre líneas, las palabras resiliencia, procrastinación, mind fulness, inteligencia emocional, sentido común, etc.  Mientras vamos saboreando algún tipo de los innumerables platos culinarios que se pueden hacer con estos nuestros amigos, esto si con calma para no tener ningún disgusto.

Me olvidaba, los caracoles pueden ser una buena mascota para las personas que tenemos alguna “enfermedad “. Según Emily Dickinson: “La velocidad de los enfermos es la misma que la del caracol “

¡Me quito el Sombrero!

(*) El cuento de Hans Christian Andersen. El caracol y el rosal.

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